Las enérgicas reformas emprendidas han convertido a Grecia en una de las economías de más rápido crecimiento de Europa
Grecia, un país que en el pasado llegó a verse como el talón de Aquiles económico de Europa, ahora se presenta como una insólita historia de éxito. Este extraordinario resultado se sustenta en las favorables tasas de crecimiento registradas, que superan la media de la Unión Europea, el considerable repunte de la inversión, el volumen históricamente elevado de las exportaciones y la disminución del desempleo hasta alcanzar niveles sin precedentes en el último decenio. La estabilidad de la política fiscal ha dado lugar a superávits primarios cada vez mayores, mientras que la deuda pública ha disminuido casi 55 puntos porcentuales del PIB, lo que ha supuesto uno de los mayores descensos registrados en Europa en toda su historia.
Más allá de los indicadores fiscales y macroeconómicos, la transformación también presenta una dimensión cualitativa: un clima de negocios cada vez más favorable a las inversiones, la mejora de las condiciones de financiamiento, un Estado que demuestra mayor pericia en la gestión económica y, por supuesto, el restablecimiento de la calificación crediticia para la inversión de Grecia.
Esta sólida trayectoria económica no ha surgido de la nada, sino que es el resultado de aplicar una combinación adecuada de medidas: una política fiscal prudente para restaurar la confianza de los mercados, un esfuerzo sostenido por sanear el sistema bancario y la conclusión de una serie de reformas estructurales orientadas a impulsar el crecimiento.
Marcos competitivos
En lo que respecta a las cuestiones fiscales, nuestro desempeño no ha dejado de mejorar desde la pandemia; en 2024 el superávit primario alcanzó el 4,8% del PIB, lo que arrojó un superávit presupuestario total del 1,3% ese año. Resulta fundamental destacar que estos avances no se han logrado imponiendo medidas de austeridad draconiana, sino a través del crecimiento económico y, lo que es más importante, actuando con determinación para combatir la evasión fiscal, lo que, según nuestras estimaciones, el año pasado permitió aumentar los ingresos públicos en casi un 3%.
En cuanto al sector bancario, hemos logrado sanear los balances y reducir los préstamos en mora. Este importante hito ha permitido que los prestamistas griegos recobren su función esencial en el financiamiento de la economía real. Al mismo tiempo, los depósitos han ido aumentando de forma constante, y la alta rentabilidad ha reforzado todavía más los coeficientes de suficiencia del capital. La exitosa venta realizada por el Fondo Helénico de Estabilidad Financiera de sus participaciones en los bancos locales —que atrajo un interés considerable de reputados inversionistas extranjeros a largo plazo— supone un claro voto de confianza al sistema bancario de Grecia.
En lo que respecta a las reformas estructurales, hemos reducido los impuestos y las contribuciones a la seguridad social y, de ese modo, hemos aliviado la carga que soportan tanto las empresas como los consumidores. Asimismo, hemos reducido la burocracia gracias a la simplificación de los procedimientos de licencia y la modernización de la legislación laboral, al armonizarla con las necesidades cambiantes de las empresas y sus empleados. También hemos establecido uno de los marcos de incentivos más competitivos en la esfera de la investigación y la innovación, que ha incluido amortizaciones de hasta el 315% de los gastos en I+D. Se han producido privatizaciones a un ritmo sin precedentes, lo que ha generado ingresos públicos y, ante todo, ha brindado nuevas oportunidades de inversión y creación de empleo.
También hemos introducido un marco novedoso de insolvencia —en consonancia con las mejores prácticas internacionales según la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos—, que ayuda al sector privado a liberarse del sobreendeudamiento, tal como demuestra el descenso en el volumen de la deuda privada en términos absolutos y con respecto al PIB. La reestructuración del Fondo Nacional de Inversiones de Grecia, encargado de gestionar el activo público, es otra medida orientada a lograr un uso más eficiente de los recursos. Se han llevado a cabo reformas en todos los ámbitos, incluidas las esferas de la digitalización, la justicia, la educación, el perfeccionamiento profesional y la reconversión laboral, el sistema de pensiones y las normas de transparencia.
Sin duda, aún queda mucho por hacer. No restamos importancia a los desafíos pendientes. La relación deuda/PIB en Grecia sigue siendo elevada, pero disponemos de una estructura propicia, así como de provisiones relativas a las tasas de interés que permiten mitigar los riesgos. La inflación, aunque va en descenso, sigue estancada, sobre todo en el sector de los servicios. La inversión está mejorando, pero aún se mantiene por debajo de la media de la UE, lo que pone de relieve la necesidad de aumentar el capital movilizado. La productividad, aunque en aumento, sigue siendo inferior al promedio de la UE, y lo mismo sucede con la participación en el mercado laboral, sobre todo entre las mujeres. También debemos reforzar la resiliencia y la capacidad de adaptación de nuestra economía frente a los retos externos, como las transiciones verde y digital y el aumento de la fragmentación económica a nivel mundial.
Programa para el futuro
Nuestro objetivo radica en que los avances logrados con tanto esfuerzo en los últimos años no sufran retrocesos. Por eso, mantenemos nuestro total compromiso con la prudencia fiscal. En los próximos años, prevemos mantener superávits primarios de entorno al 2,5% del PIB, y se espera que la relación deuda/PIB disminuya otros 20 puntos porcentuales de aquí a 2028. ¿Se trata acaso de pronósticos demasiado optimistas? Si nos basamos en el desempeño pasado, todo lo contrario.
En los últimos años, la economía de Grecia ha superado sistemáticamente las expectativas, a menudo con un margen considerable. Además, estas previsiones no tienen en cuenta el uso estratégico de nuestras cuantiosas reservas de efectivo para el reembolso anticipado de la deuda, un pilar fundamental de nuestra estrategia de gestión de la deuda, tremendamente eficaz.
El fortalecimiento del cumplimiento tributario seguirá siendo una prioridad. En la medida en que se consiga un margen de maniobra presupuestario suficiente a través del aumento de los ingresos públicos, el gobierno tiene la intención de aplicar reducciones fiscales que propicien el crecimiento y favorezcan a los trabajadores y las empresas, para aumentar así los ingresos disponibles y la competitividad.
Asimismo, tenemos la determinación de redoblar nuestros esfuerzos para transformar la economía griega en un modelo de crecimiento rápido, sostenible e inclusivo. Para tal fin, seguiremos emprendiendo reformas transformadoras que se centren en la parte real de la economía, como, por ejemplo, la simplificación de la regulación empresarial y la mejora de la capacidad administrativa estatal. Pretendemos eliminar los obstáculos restantes que impiden la entrada a los mercados, sobre todo en el sector de los servicios, con el objetivo de fomentar la competencia, mejorar la eficiencia y potenciar el dinamismo empresarial.
Administración de justicia
Otra prioridad radica en mejorar la seguridad jurídica para los inversionistas. A tal efecto, resulta fundamental acelerar la administración de justicia. Además, hemos puesto en marcha una serie de iniciativas de gran importancia, como amplias reformas jurídicas y el aumento del uso de tecnologías avanzadas. La plena aplicación del Catastro Nacional y la conclusión de los planes urbanísticos locales y regionales, en los que se establecerán de forma clara y transparente los usos de la tierra, también facilitarán un entorno de inversiones más predecible y eficiente.
Seguiremos impulsando la competencia en el sector bancario con vistas a que tanto las empresas como los consumidores puedan beneficiarse de mejores servicios financieros, precios más bajos y un mayor acceso al crédito. No obstante, es igualmente importante ampliar las opciones de financiamiento más allá de la tradicional concesión de préstamos bancarios, sobre todo en el contexto de las pequeñas y medianas empresas innovadoras. Por eso, estamos aplicando una estrategia amplia dirigida a reforzar el mercado de capitales de Grecia y a fomentar las actividades relacionadas con el capital de riesgo y el capital privado. La optimización del uso de los fondos provenientes de la UE también será clave para acceder a nuevas inversiones.
Por último, pero no menos importante, seguimos comprometidos con el fortalecimiento de la infraestructura física y el capital humano. Las inversiones previstas en energía renovable y redes eléctricas ayudarán a reducir el costo de la energía, lo que permitirá a las empresas operen de manera más competitiva. Al mismo tiempo, las iniciativas centradas en el perfeccionamiento profesional garantizarán que la fuerza laboral esté debidamente cualificada para atender las demandas de una economía en constante cambio.
En los últimos cinco años, Grecia ha experimentado una recuperación económica extraordinaria. Aún existe un considerable margen de mejora. Habida cuenta del estado actual de la economía y del fuerte impulso generado, esperamos que el crecimiento siga siendo superior al promedio europeo en el futuro próximo. Al mismo tiempo, Grecia tiene acceso al amplio mercado único europeo, de ingreso alto, y goza de una escasa incertidumbre económica e institucional. A esta ventaja se le suma la firme estabilidad política del país, así como su clara orientación geopolítica.
Este conjunto de atributos, junto con nuestro compromiso de acometer un ambicioso programa de reformas, hacen de Grecia una opción de inversión cada vez más atractiva, lo que redundará en beneficio de las condiciones de vida y el bienestar de nuestros ciudadanos.
Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.