Capítulo 2: La resiliencia de los mercados emergentes: ¿buena suerte o buenas políticas?
En los últimos años, los mercados emergentes han demostrado una notable resiliencia ante los episodios de aversión al riesgo. Si bien las condiciones externas favorables (la buena suerte) contribuyeron a esta resiliencia, las mejoras de los marcos de políticas (las buenas políticas) fueron decisivas para reforzar la capacidad de los mercados emergentes de soportar la aversión al riesgo. Las mejoras en la aplicación y la credibilidad de las políticas monetaria y fiscal han permitido recurrir menos a las intervenciones cambiarias, ya que ahora los bancos centrales son menos susceptibles a la interferencia fiscal y son capaces de influir en las condiciones de endeudamiento. En adelante, los países que tengan marcos sólidos se enfrentarán a disyuntivas de políticas menos complejas y estarán mejor equipados para afrontar los episodios de aversión al riesgo. En cambio, las economías cuyos marcos sean más débiles corren el riesgo de que no se cumplan las expectativas de inflación y de sufrir mayores pérdidas de la producción si se retrasa la contracción monetaria, especialmente si surgen presiones persistentes sobre los precios. En estas circunstancias, las costosas intervenciones cambiarias ofrecen solo un alivio temporal y resultan menos necesarias si los marcos de política son sólidos.
Capítulo 3: Decisiones de política industrial para promover el crecimiento y la resiliencia
Los países están recurriendo cada vez más a la política industrial para redefinir sus economías apoyando a empresas y sectores estratégicos. Lo que se busca es aumentar la productividad, reducir la dependencia de las importaciones, sobre todo de energía, y mejorar la resiliencia. Este tipo de políticas pueden ayudar a reactivar las industrias nacionales, pero su eficacia depende de características específicas de los sectores que pueden ser difíciles prever. Además, las políticas industriales tienen desventajas. La relocalización de la producción de un sector estratégico en el propio país podría encarecer los precios al consumidor durante largos períodos. Y la política industrial puede tener un costo fiscal alto en momentos en que la deuda es elevada y la capacidad presupuestaria, limitada Aun si los resultados sectoriales son positivos, la política industrial puede tener efectos indirectos negativos en otros sectores y reducir la productividad general al arrebatarles recursos de forma ineficiente. Para ser eficaz, la política industrial requiere de una focalización precisa y una implementación adecuada, y debe estar respaldada por instituciones sólidas, reformas estructurales complementarias y una firme política macroeconómica.
Publicaciones
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