Credit: IMF Photo/James Mertz

Las buenas políticas (y la buena suerte) ayudaron a las economías emergentes a resistir mejor los shocks

 

Las economías de los mercados emergentes han resistido particularmente bien en los últimos años, incluso tras períodos de turbulencia financiera a escala mundial. Por más que las condiciones externas favorables (es decir, la buena suerte) a menudo ayudaron, es evidente que las políticas sólidas revisten importancia. 

En el pasado, los episodios de aversión al riesgo —en los que los inversionistas mundiales venden los activos de mayor riesgo de forma indiscriminada— con frecuencia se cebaron con los mercados emergentes, desencadenando acusadas salidas de capital y condiciones financieras más restrictivas, lo que a su vez ha provocado desplomes de las monedas y repuntes en la inflación. 

Ese panorama ha cambiado significativamente en los últimos tiempos. Muchos mercados emergentes han capeado aguantado el temporal de los cambios en el apetito de riesgo mundial mejor que en el pasado. Las salidas de capital han sido menores, los costos de endeudamiento más contenidos, el crecimiento más estable y la inflación más baja. 

Los marcos de políticas reforzados —como por ejemplo con una política monetaria creíble, bancos centrales más independientes y una política fiscal más transparente— han desempeñado un papel importante, tal y como se muestra en el capítulo del nuevo informe Perspectivas de la economía mundial (informe WEO). Tras comparar episodios típicos de aversión al riesgo antes y después de la crisis financiera mundial, nuestro análisis concluye que estos marcos mejorados han ayudado a reducir las pérdidas de producto y la inflación. 

Los marcos de políticas reforzados también han mejorado la confianza de los inversionistas. Ahora en muchos mercados emergentes los mercados de bonos en moneda local son más profundos, y eso contribuye a una mayor resiliencia financiera. Esto, por su parte, ha ayudado tanto a reducir los descalces de monedas como a mitigar el riesgo de salidas de capital repentinas. 

No obstante, no han desaparecido: las condiciones externas pueden deteriorarse rápidamente, los recientes shocks mundiales han erosionado el espacio fiscal, la escalada de la inflación tras la pandemia ha azuzado las expectativas inflacionarias y las presiones políticas podrían socavar una credibilidad ganada a base mucho esfuerzo. 

La adopción de reglas fiscales tampoco ha evitado la acumulación de deuda en muchas economías de mercados emergentes, en gran medida porque no se cumplen cabalmente. ¿Cuál ha sido el resultado? Estructuras de deuda y vulnerabilidades ante shocks mundiales que varían mucho de unos países a otros, como se explica en el último Informe sobre la estabilidad financiera mundial (informe GFSR).

 

Marcos mejorados 

Nuestro análisis revela que la aplicación de la política monetaria ha mejorado, a la vez que se ha afianzado la credibilidad de los bancos centrales. En el pasado, muchas economías emergentes se mostraban reticentes a dejar que los tipos de cambio fluctuaran libremente. Sin embargo, gracias a unas expectativas inflacionarias mejor ancladas y normas macroprudenciales más estrictas, los países han permitido cada vez más que el tipo de cambio sirva de amortiguador, y los bancos centrales han podido reenfocarse en la estabilización de la actividad económica.

Al mismo tiempo, los bancos centrales han reforzado su independencia, tanto respecto del predominio fiscal (cuando la política monetaria tenía que acomodarse a las necesidades fiscales) como de la política monetaria de Estados Unidos, que determinaba las condiciones de endeudamiento interno. Esto significa que ahora los países ya no tienen que recurrir tanto a las costosas intervenciones cambiaras.

Los mercados emergentes también han introducido mejoras significativas en los marcos fiscales que han permitido a los gobiernos responder más eficazmente a la escasez de demanda. Esto ha ayudado a estabilizar las economías durante las desaceleraciones mundiales y a responder de manera más contundente cuando la deuda y las tasas de interés suben hasta niveles que implican riesgo. 

Una comparación de los episodios de aversión al riesgo antes y después de la crisis financiera mundial muestra que el producto económico se situó 1 punto porcentual por encima del nivel que habría alcanzado de otro modo, pudiendo atribuirse a los marcos mejorados un poco más de la mitad de ese punto porcentual, y el resto a las condiciones externas favorables. La inflación fue 0,6 puntos porcentuales más baja, gracias a las políticas más eficaces.

Resiliencia financiera y riesgos 

Aquí también las políticas reforzadas han sido útiles. 

Los mercados emergentes grandes con marcos de políticas sólidos y ahorro interno creciente han podido recurrir más en la emisión de deuda en moneda local y aprovechar una demanda fuerte de los inversionistas internos, sobre todo las instituciones financieras no bancarias. Como resultado, en muchos países la proporción de deuda emitida en moneda local y en manos de inversionistas extranjeros se ha reducido hasta mínimos no registrados en varios años.

La mayor tenencia interna de deuda en moneda local reduce la sensibilidad de la deuda de los mercados emergentes a los shocks mundiales, según un nuevo análisis en el informe GFSR. Con un nivel más alto de tenencias internas, los rendimientos de los bonos aumentan menos de lo que lo harían en un escenario de aversión al riesgo. 

El efecto estabilizador de los inversionistas internos sobre los rendimientos de los bonos parece ser más evidente en el caso de los bancos. Nuestro análisis muestra que un shock por aversión al riesgo se asocia con un aumento de 19 puntos básicos en los diferenciales de rentabilidad en moneda local, pero un incremento de una desviación estándar en la proporción de las tenencias en manos de bancos nacionales atenúa ese efecto a 11 puntos básicos. Unas mayores tenencias de las instituciones financieras no bancarias internas también pueden resultar beneficiosas en determinadas circunstancias. 

Sin embargo, la mejora de la estabilidad y resiliencia financieras no ha sido uniforme. Los mercados emergentes más pequeños y las economías preemergentes han tenido que recurrir a formas de financiamiento más costosas y menos estables, como la deuda interna a corto plazo y los bonos internacionales en dólares estadounidenses. Los esfuerzos para hacer más profundos los mercados de bonos en moneda local en un abanico más amplio de países contribuirían a desarrollar la resiliencia. 

Ahora bien, contar con un nivel más alto de tenencia interna de deuda también acarrea riesgos. En países con poco ahorro, bases de inversionistas reducidas y mercados financieros con infraestructuras precarias, las tenencias excesivas de deuda soberana pueden causar problemas. Por ejemplo, grandes tenencias de deuda soberana por parte de los bancos pueden mermar la capacidad de estos para prestar al sector privado, lo que a su vez puede frenar el crecimiento económico. Además, los impagos soberanos pueden ocasionar ingentes pérdidas en el sector bancario, que desembocan en costosos y complicados rescates bancarios.

Compromiso permanente

A pesar de las alentadoras experiencias recientes, los mercados emergentes no dejarán de verse puestos a prueba porque la incertidumbre se mantiene alta. Además, los avances han sido dispares si se comparan unos países con otros y, en algunos casos, el espacio fiscal es escaso.

Los países deberían priorizar los esfuerzos para mejorar la implementación y la credibilidad de sus marcos de políticas, preservar la independencia de los bancos centrales y reponer la capacidad de gasto para cuando sea necesaria (por ejemplo, durante una desaceleración económica). El fortalecimiento de las capacidades que brinda el FMI también puede contribuir al desarrollo de los mercados de bonos en moneda local.

Con reformas constantes y unos cimientos más firmes, los mercados emergentes pueden convertir la resiliencia que tanto les ha costado lograr en estabilidad duradera.

—Este blog se basa en el capítulo 2 de la edición de octubre de 2025 de Perspectivas de la economía mundial: “La resiliencia de los mercados emergentes: ¿buena suerte o buenas políticas?”, y el capítulo 3 del Informe sobre la estabilidad financiera mundial: “Shocks globales, mercados locales: el panorama cambiante de la deuda soberana en los mercados emergentes”.

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