La caída de la fecundidad y el envejecimiento demográfico plantean graves desafíos para muchas economías

 

En buena parte del mundo están produciéndose importantes cambios demográficos. Más de la mitad de las economías del planeta, que albergan a dos tercios de la población mundial, presentan tasas de fecundidad inferiores al nivel de fecundidad de reemplazo de 2,1 hijos por mujer. Si no se adoptan medidas, estas poblaciones envejecerán y se reducirán con el paso del tiempo.

Países como Italia, Japón y Alemania ya están sintiendo los efectos de esta transición demográfica. Las bajas tasas de natalidad implican que la población en edad de trabajar será más reducida, algo que a su vez incide en la productividad económica e incrementa la carga que soportan los sistemas de asistencia social. La relación jubilados/trabajadores está en aumento, lo cual eleva los costos de las pensiones y la salud, y ejerce más presión sobre las finanzas públicas.

Varios países que atraviesan esta transición demográfica están experimentando con políticas innovadoras. Por ejemplo, los países nórdicos ofrecen generosas licencias parentales y cuidado infantil subsidiado para promover el aumento de las tasas de natalidad. Singapur, por su parte, proporciona incentivos financieros a las familias para que tengan más hijos. Además, invertir en tecnología y automatización, como se ha visto en países como Japón, puede ayudar a mejorar la productividad pese a la contracción de la fuerza laboral.

En cambio, zonas como África subsahariana tienen altas tasas de fecundidad, que presentan sus propios problemas, como la necesidad de invertir en educación y salud, y de generar empleo para sustentar a una población joven y en crecimiento. Pero los países de estas regiones también pueden aprovechar la juventud de su población para apoyar el crecimiento económico.

ANDREW STANLEY integra el equipo de Finanzas y Desarrollo.

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