La Directora Editorial, Gita Bhatt, escribe sobre este número especial de aniversario de F&D
“La prosperidad, como la paz, es indivisible”, declaró el Secretario del Tesoro de Estados Unidos Henry Morgenthau Jr. al inaugurar la conferencia de Bretton Woods en 1944. Se trataba, según explicó, de un “axioma económico elemental” que habría de guiar a los fundadores del FMI.
Jamás esas palabras han sido tan importantes como ahora. Nuestros mayores retos —desde el calentamiento global hasta las transformaciones demográficas y tecnológicas— no pueden afrontarse si los países no actúan de manera mancomunada.
Precisamente, en el momento en que más necesaria es la cooperación internacional, lo que tenemos ante nosotros es lo contrario: más fragmentación, conflicto y distanciamiento mundial; más pensamiento de suma cero que podría empobrecer nuestro planeta y hacerlo menos seguro.
En el octogésimo aniversario del FMI, nos preguntamos: ¿cómo puede el FMI continuar adaptándose a las nuevas realidades y las cambiantes necesidades de los 190 países miembros que lo conforman? En este número de F&D procuramos brindar respuestas que inspiren e inviten a la reflexión.
La Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, aporta optimismo y aboga por un “multilateralismo del siglo XXI”: un marco de cooperación mundial más abierto y representativo, y con un mejor equilibrio entre las economías avanzadas y las voces de las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
En esta edición, participan importantes autoridades políticas como la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, el presidente de Kenya, William Ruto, y Pablo García-Silva, exvicepresidente del Banco Central de Chile. La evolución económica de sus regiones depende, en muchos sentidos, de que exista un mejor sistema multilateral, y en ese contexto opinan sobre lo que el FMI puede hacer para que la iniciativa rinda fruto para los países miembros.
Las propuestas abundan. Adam Posen sostiene que centrar el cometido del FMI más exclusivamente en su misión macroeconómica principal y dotar a la institución de una mayor independencia operativa reforzaría el sentido de imparcialidad. Raghuram Rajan aborda una cuestión relacionada: delegar más autoridad en la gerencia del FMI —y reformar la institución para que las cuotas, las contribuciones que paga cada país miembro se asignen equitativamente—podría ayudar a que el mundo fragmentado se una en torno a cuestiones esenciales.
Masood Ahmed aborda en su artículo la cuestión del clima y analiza el debate actual sobre el papel que le corresponde al FMI frente a la amenaza climática.
El FMI, desde luego, ha venido adaptándose al cambio desde hace tiempo. Ceyla Pazarbasioglu, del FMI, muestra lo mucho que la organización ha evolucionado en sus exámenes periódicos de las economías de los países miembros y en sus informes regionales y mundiales. El historiador Harold James recorre una senda similar y extrae enseñanzas del pasado que revisten interés para la gestión del riesgo financiero mundial.
De cara al futuro, hay un aspecto que permanece claro. Georgieva señala que no es posible lograr un mundo mejor si no hay cooperación internacional. Inspirándose en el pensamiento de John Maynard Keynes, uno de los fundadores del FMI, añade: “Keynes […] nos alentaría a adueñarnos aún más de nuestro papel como ‘línea de suministro’ de políticas económicas sólidas, recursos financieros, conocimientos, y como el foro auténtico de cooperación económica a escala mundial”.
Por otro lado, estamos celebrando el sexagésimo aniversario de esta revista trimestral, Finanzas y Desarrollo. Las instituciones de Bretton Woods y la economía mundial se han ido adaptando, y F&D ha hecho lo propio. Hoy en día, somos una plataforma en la que los principales pensadores de diversos ámbitos y países explican y analizan asuntos centrales para la economía mundial.
Por ello, quiero expresar mi agradecimiento a todos nuestros lectores y colaboradores, y aprovechar la ocasión como punto de partida para otros 60 años de criterio renovado y debate inspirador.
Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.