El camino hacia el crecimiento: Tres prioridades de acción

6 de abril de 2023

1 . Introducción

Buenos días, y muchas gracias por su cálida bienvenida, Sr. Embajador Holliday. Quisiera dar también las gracias a Politico por coorganizar hoy este importante evento, en el espíritu de lo que nuestras organizaciones representan: unir a las personas y promover un mejor entendimiento de los desafíos mundiales a los que nos enfrentamos.

Estar aquí, en Meridian House, una hermosa ‘casa en una colina’, me recuerda las palabras de Nelson Mandela: “He descubierto el secreto de que, tras subir una gran colina, uno descubre que hay muchas más colinas detrás”.

Parece la historia de los últimos tres años: escalamos una “gran colina” tras otra, y descubrimos que detrás hay muchas otras colinas que subir. Primero la COVID-19, luego la invasión rusa de Ucrania, y la inflación y una crisis del costo de vida que ha afectado a todo el mundo.

Hasta ahora, hemos demostrado ser escaladores resistentes. Pero el camino que tenemos por delante —y en especial el camino de vuelta a un crecimiento sólido— es duro y brumoso, y las cuerdas que nos unen quizá sean más débiles ahora que hace algunos años.

Hoy me gustaría hablar de cómo podemos sortear esta difícil pendiente centrándonos en la cuestión fundamental del crecimiento: cómo lograr una recuperación sólida a corto plazo y sentar las bases de un crecimiento más fuerte, sostenible e inclusivo.

 

2 . Perspectivas mundiales: La recuperación esquiva

Empecemos por el panorama económico. Tras una fuerte recuperación en 2021, llegó el duro golpe de la guerra de Rusia en Ucrania y sus amplias consecuencias: el crecimiento mundial en 2022 se redujo casi a la mitad, del 6,1% al 3,4%.

La desaceleración ha continuado este año. Pese a la sorprendente resiliencia de los mercados laborales y del gasto de los hogares en la mayoría de las economías avanzadas, y al impulso de la reapertura de China, prevemos que la economía mundial crecerá por debajo del 3% en 2023.

Como se verá en el informe Perspectivas de la economía mundial de la próxima semana, el crecimiento sigue siendo débil en comparación con la tendencia histórica, tanto a corto como a mediano plazo. También se observan notables diferencias entre los distintos grupos de países.

Se vislumbra un cierto impulso en las economías emergentes, en especial de Asia. Se prevé que India y China representen la mitad del crecimiento mundial en 2023.

Pero otros tienen por delante una subida más empinada. La actividad económica se está desacelerando en Estados Unidos y la zona del euro, donde las tasas más altas de interés repercuten en la demanda. Las proyecciones indican que este año la tasa de crecimiento disminuirá en aproximadamente el 90% de las economías avanzadas.

En los países de ingreso bajo, el aumento del costo de endeudamiento coincide con una disminución en la demanda de sus exportaciones. Además, prevemos que el crecimiento del ingreso per cápita de esos países se mantenga por debajo del de las economías emergentes, lo cual constituye un duro golpe que disminuye más aún las posibilidades de los países de ingreso bajo de converger con las economías avanzadas.

La pobreza y el hambre podrían seguir aumentando, una peligrosa tendencia que se inició con la crisis de la COVID-19.

La adopción de medidas de política monetaria y fiscal firmes y coordinadas en los últimos años ha evitado un resultado mucho peor. Pero con el aumento de las tensiones geopolíticas y los altos niveles de inflación, sigue siendo difícil lograr una recuperación sólida, algo que perjudica las perspectivas de todos, en especial de las personas y los países más vulnerables.

 

3. Tres prioridades de acción

¿Qué haría falta para mejorar las perspectivas de crecimiento a corto y mediano plazo? Veo tres grandes colinas que tenemos por delante.

La primera colina es luchar contra la inflación y salvaguardar la estabilidad financiera.

No puede haber crecimiento sólido sin estabilidad de precios, ni tampoco sin estabilidad financiera, dos ámbitos a los que las autoridades tienen que prestar atención actualmente.

Aunque los bancos centrales han subido las tasas de interés con la mayor celeridad y sincronización vistas en décadas, la inflación subyacente se ha mantenido en niveles persistentemente elevados, en parte debido a la escasa oferta de mano de obra en muchos países.

Al mismo tiempo, la lucha contra la inflación se ha tornado más compleja, debido a las recientes tensiones en el sector bancario de Estados Unidos y Suiza, lo cual nos recuerda cuán difícil es pasar con rapidez de un período prolongado de tasas de interés bajas y abundante liquidez a otro con tasas mucho más elevadas y menor liquidez.

Esta situación ha puesto de relieve deficiencias en la gestión del riesgo en algunos bancos y lagunas en la supervisión, pero también ha mostrado los considerables avances del sector bancario desde la crisis financiera mundial de 2008.

Hoy en día, los bancos son, en general, más fuertes y resilientes, y las autoridades han actuado de manera sumamente rápida y amplia en las últimas semanas. No obstante, todavía preocupan las vulnerabilidades que podrían estar ocultas, no solo en los bancos sino en las instituciones financieras no bancarias; no es el momento de cruzarnos de brazos.

¿Qué significa esto para la política monetaria? En la medida en que las presiones financieras sigan siendo limitadas, esperamos que los bancos centrales mantengan el rumbo en la lucha contra la inflación, con una política restrictiva que evite el desanclaje de las expectativas de inflación.

A la vez, deben hacer frente a los riesgos de estabilidad financiera, cuando surjan, mediante la inyección adecuada de liquidez. La clave es vigilar cuidadosamente los riesgos bancarios y del sector financiero no bancario, así como las deficiencias de otros sectores como el  inmobiliario comercial.

En otras palabras, los bancos centrales deben seguir sirviéndose de las tasas de interés para luchar contra la inflación, al tiempo que utilizan las políticas financieras para garantizar la estabilidad financiera. Así es como se debe proceder mientras las presiones financieras sigan siendo limitadas. Si eso cambiara, las autoridades se enfrentarían a una tarea más ardua, con complejas disyuntivas entre cumplir los objetivos de estabilidad financiera e inflación, y emplear sus propios instrumentos financieros. Por eso deben estar más atentas y ser más ágiles que nunca.

Desde el punto de vista fiscal, es fundamental seguir esforzándose por reducir los déficits presupuestarios para apoyar la lucha contra la inflación y crear un margen de maniobra fiscal que permita hacer frente a futuras crisis. Pero estos esfuerzos deben ir acompañados de ayuda a los más vulnerables, en especial los más afectados por la crisis del costo de vida.

Así pues, estamos ante una escalada difícil: atajar la inflación, proteger la estabilidad financiera y salvaguardar la cohesión social. Dar con la solución justa permitirá a las principales economías avanzadas seguir avanzando por el camino estrecho hacia un aterrizaje suave y proteger a las economías emergentes y en desarrollo más vulnerables contra los perjudiciales efectos de contagio.

Permítanme continuar con la segunda colina: mejorar las perspectivas de crecimiento a mediano plazo.

Se prevé que el crecimiento mundial se mantenga en torno al 3% durante los próximos cinco años: nuestra proyección de crecimiento a mediano plazo más baja desde 1990, muy por debajo del promedio del 3,8% de los últimos 20 años. Con ello, será aún más difícil reducir la pobreza, curar las cicatrices económicas de la crisis de la COVID-19 y ofrecer nuevas y mejores oportunidades para todos.

Para subir esta colina es necesario cambiar drásticamente los pasos que damos.

Uno de esos pasos supone impulsar la productividad y el potencial de crecimiento mediante reformas estructurales y acelerando la revolución digital, mejorando el entorno empresarial y aumentando el capital humano y la inclusión. Tan solo con cerrar la brecha de participación de las mujeres en la fuerza laboral podríamos aumentar el producto económico en un promedio de 35% en los países con una mayor desigualdad de género.

También tenemos que “cambiar los pasos ambientales” que damos para proteger nuestro planeta y crear nuevas oportunidades económicas. Nuestro objetivo colectivo de cumplir el Acuerdo de París y mejorar la resiliencia exigirá reencauzar billones de dólares hacia proyectos verdes. Se necesita aproximadamente USD 1 billón al año solo para energías renovables, lo que redundará en beneficios en términos de crecimiento y puestos de trabajo.

Por supuesto, también tenemos que cambiar los pasos que damos para fomentar la cooperación internacional a fin de reducir el impacto de la fragmentación económica y las tensiones geopolíticas, en especial en lo que respecta a la invasión rusa de Ucrania. Esta calamidad, que mata a personas inocentes y agrava la crisis del costo de vida y el hambre en todo el mundo, podría acabar con el dividendo de la paz del que hemos disfrutado durante los tres últimos decenios aumentando las fricciones en el comercio y las finanzas.

Según nuestros estudios, el costo a largo plazo de la fragmentación comercial podría ser del 7% del PIB mundial, lo cual equivaldría más o menos al producto anual combinado de Alemania y Japón. Si a ello le sumamos el desacoplamiento tecnológico, algunos países podrían registrar pérdidas de hasta un 12% del PIB. Y la fragmentación de los flujos de capital, incluida la inversión extranjera directa, sería otro golpe para las perspectivas de crecimiento mundial. Puede ser difícil cuantificar la suma de las pérdidas de todos los canales, pero no hay duda de que van en la dirección equivocada.

Pero las cosas no tienen por qué ser así. Los países pueden proteger su seguridad económica y nacional manteniendo el comercio y siendo pragmáticos al reforzar las cadenas de suministro. Según estudios del FMI, la diversificación de las cadenas de suministro puede reducir a la mitad las posibles pérdidas económicas por perturbaciones en el suministro.

Dar estos pasos de cambio será fundamental para lograr que la economía mundial sea más pujante y para crear mejores oportunidades para todos. Pero para muchos países vulnerables, esto no será posible sin más apoyo.

Esto me lleva a la tercera gran “colina” por escalar: promover la solidaridad para reducir las disparidades en todo el mundo.

Aprovechando nuestra fuerza colectiva, desde el inicio de la pandemia de COVID-19, el FMI ha proporcionado casi USD 300.000 millones en financiamiento nuevo para 96 países. Realizamos una asignación histórica de derechos especiales de giro (DEG) de USD 650.000 millones con el objetivo de aumentar las reservas de nuestros países miembros

Nuestros mecanismos precautorios ofrecen un colchón adicional a los países con sólidos fundamentos económicos, más recientemente proporcionamos tal apoyo a Marruecos.

Con innovaciones en el conjunto de instrumentos que ofrecemos, incluidos la Ventanilla para Shocks Alimentarios y el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad, estamos ayudando a nuestros países miembros a hacer frente a nuevos retos.

También hemos brindado apoyo a los países vulnerables de ingreso mediano, en particular mediante el aumento temporal de los montos que los miembros pueden tomar prestado del FMI. Y hemos otorgado nuevos financiamientos a países como Sri Lanka y Ucrania.

Precisamente para eso está el Fondo: para ser una fuente de estabilidad en tiempos turbulentos.

Sin embargo, para los miembros más débiles de nuestra familia mundial necesitamos el apoyo adicional de los países más ricos.

Quisiera hacer un doble llamamiento en nombre de estos países: en primer lugar, para ayudarlos a hacer frente a la carga de la deuda, que se ha hecho mucho más pesada por los shocks de los últimos años y, en segundo lugar, para garantizar que el FMI siga pudiendo prestar apoyo a sus miembros en los años venideros.

Empecemos por la deuda. Alrededor de un 15% de los países de ingreso bajo ya se encuentra en una situación crítica por sobreendeudamiento, y un 45% se enfrenta a una elevada vulnerabilidad derivada de la deuda. Además, aproximadamente una cuarta parte de las economías emergentes corre riesgo de sobreendeudamiento con probabilidades de caer en incumplimiento.

Esto ha aumentado la preocupación por una posible ola de solicitudes de reestructuración de la deuda, y por cómo gestionarlas en un momento en el que los casos de reestructuración se enfrentan a costosos retrasos, Zambia es el ejemplo más reciente de ello.

Para ayudar a abordar este problema, el FMI, el Banco Mundial e India, a cargo de la presidencia del G20, iniciaron recientemente una Mesa Redonda Mundial sobre Deuda Soberana. Esta iniciativa reúne a acreedores públicos y privados, así como prestatarios, para alcanzar un consenso sobre normas y procesos, de modo que podamos acelerar los procesos de reestructuración, en particular en el Marco Común del G20.

Pero mientras pedimos avances para abordar el problema de la deuda, también necesitamos reforzar la capacidad del FMI para ayudar a nuestros países miembros más pobres. Para apoyarlos, hemos cuadriplicado nuestros préstamos sin intereses, de los que hemos proporcionado USD 24.000 millones desde el comienzo de la pandemia. Hoy, pedimos urgentemente a nuestros miembros más ricos que ayuden a solventar las deficiencias de recursos de nuestro Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza.

Esa contribución es fundamental para garantizar que el FMI pueda seguir prestando un apoyo vital y ayudar a catalizar el financiamiento de otros. También lo es que podamos dar apoyo a todos nuestros miembros; por ello, este año, estamos trabajando para concluir con éxito la revisión de las cuotas, componente básico de la estructura financiera del FMI.

Ahora es más importante que nunca intensificar la cooperación (fortalecer las cuerdas que nos unen) en este asunto y en los distintos desafíos económicos a los que nos enfrentamos. Solo de esa manera podremos coronar juntos estas colinas.

 

4. Conclusión

Vuelvo en este punto a las palabras de Nelson Mandela. Cuando se dio cuenta de que había muchas más colinas que subir, dijo: “Me he tomado un momento aquí para descansar, dar una mirada al glorioso panorama que me rodea, observar la distancia que he recorrido. Pero... no quiero entretenerme porque mi largo camino aún no ha concluido.”

Puede que la comunidad mundial también tenga un largo camino por delante. Pero, cuando los países miembros del Fondo se den cita la próxima semana con motivo de nuestras Reuniones de Primavera, hemos de mantener la mirada fija en el glorioso panorama de un futuro con un crecimiento más fuerte e inclusivo.

Gracias.

Departamento de Comunicaciones del FMI
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