América Latina y el Caribe: aprovechar el ímpetu
10 de mayo de 2018
El crecimiento en América Latina y el Caribe está repuntando gracias a una demanda interna más sólida y a una coyuntura mundial favorable que también se ha visto ayudada por la recuperación de los precios de las materias primas. Pero para lograr un crecimiento más duradero con beneficios generalizados, la región necesita invertir más en sectores de importancia clave, como infraestructura y educación, a fin d estimular la productividad a más largo plazo, señaló el FMI en su evaluación más reciente de la región.
Recuperación económica más sólida
En el informe Perspectivas económicas: Las Américas se estima que el crecimiento de la región aumentará de 1,3 por ciento en 2017 a 2 por ciento en 2018. Para 2019, se pronostica que el repunte continúe y que el crecimiento se situé en 2,8 por ciento.
Tras la recuperación del consumo privado en 2017, se espera que la inversión empresarial aumente y se coinvierta en el motor principal de la actividad económica, que sufrió una contracción en los tres años últimos años. Pero pese a esta recuperación, se prevé que la inversión permanezca por debajo de lo niveles observados en otras regiones, lo cual, según el informe, limita el potencial de crecimiento de la región.
Futuro incierto
Pero la región tiene por delante muchos desafíos. De acuerdo con el informe, los factores no económicos que podrían descarrilar la reciente recuperación económica de la región son la incertidumbre política debido a las elecciones que se avecinan en varios países, tensiones geopolíticas y eventos meteorológicos extremos.
La agudización de los riesgos económicos en el exterior —en particular, un viraje hacia políticas más proteccionistas y un endurecimiento repentino de las condiciones financieras mundiales— también podría ensombrecer mucho las perspectivas de crecimiento.
Más a futuro, las perspectivas de crecimiento a más largo plazo para América Latina y el Caribe siguen siendo moderadas, lo que hace pensar que la convergencia de los niveles de ingreso de estos países con los de las economías avanzadas es un proceso cuesta arriba.
El camino a seguir
A pesar de los avances recientes en materia de reducción de la pobreza y la desigualdad, la región de América Latina y el Caribe sigue siendo las más desigual del mundo. Ante estos desafíos, y para lograr un crecimiento duradero que beneficie a todos, las autoridades en la región tendrán que ejecutar reformas y adoptar políticas clave centradas en lo siguiente:
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Proseguir con los ajustes para situar los coeficientes de endeudamiento en una trayectoria sostenible, poniendo especial interés en la calidad del ajuste.
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Continuar mejorando las comunicaciones y la transparencia del banco central para afrontar más eficazmente los shocks futuros.
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Invertir más en la gente mediante un gasto más eficiente en educación.
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Mejorar la infraestructura, lo cual también promovería otros tipos de inversión en la región.
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Abordar la corrupción, mediante mejoras en la gestión de gobierno y el clima de negocios.
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Incrementar la apertura al comercio y los mercados financieros, como paso hacia una mayor integración mundial.
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Proteger los avances logrados gracias al gasto social.
Un vistazo a la región*
En América del Sur, el impulso al crecimiento proviene del fin de las recesiones en Argentina, Brasil y Ecuador, el alza de precios de las materias primas y una moderación de la inflación que ha creado margen para una distensión de la política monetaria.
En el corto plazo, México, América Central y partes del Caribe se han visto beneficiado por el crecimiento más vigoroso en Estados Unidos. Sin embargo, las potenciales implicaciones de la reforma tributaria en ese país y las renegociaciones en curso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) también están generando incertidumbre para la región.
En Argentina, el pronóstico actual es de un crecimiento del PIB real de 2 por ciento en 2018. Según los indicadores de alta frecuencia, la actividad económica siguió siendo robusta en a comienzos de 2018, pero la fuerte sequía que azotó al país tendrá un impacto negativo en la producción y las exportaciones agrícolas. Se prevé que para el próximo año se habrá superado el efecto negativo de la sequía.
En Brasil, se prevé que el PIB real crezca 2,3 por ciento en 2018, en virtud de las condiciones externas favorables y de una recuperación del consumo y la inversión del sector privado. El repunte de la actividad implicará un deterioro moderado de la cuenta corriente. No obstante, un riesgo importante es que el programa de políticas podría alterarse después de las elecciones presidenciales en octubre, y que eso dé lugar a volatilidad en el mercado y a una mayor incertidumbre en torno a las perspectivas a mediano plazo.
En Chile, la actividad económica está tomando impulso tras una prolongada desaceleración, gracias a mejoras en las condiciones externas y el ánimo interno. Las exportaciones tanto mineras como no mineras y la inversión empresarial están propulsando la recuperación, con el apoyo de un sólido gasto de los hogares y condiciones financieras algo más favorables.
En Colombia, las políticas más laxas y el favorable entorno mundial elevarán el crecimiento a 2,7 por ciento en in 2018. Una política fiscal levemente expansiva, basada en un mayor gasto público a nivel subnacional, y los efectos rezagados de la distensión de la política monetaria en 2017, incentivarán la demanda interna. Se proyecta un aumento vigoroso de la inversión en virtud de los proyectos de infraestructura, proyectos en el sector petrolero y la reforma tributaria de 2016.
El gobierno de Perú respondió a la desaceleración del crecimiento económico en 2017 con políticas macroeconómicas contracíclicas. Con estas medidas se espera ayudar a que el crecimiento económico repunte a alrededor de 3¾ por ciento en 2018, pero persisten los riesgos a la baja relacionados con la investigación del caso Odebrecht.
La situación económica de Venezuela está empeorando, y la economía está contrayéndose drásticamente por quinto año consecutivo. Para 2018 se prevé una contracción de 15 por ciento, que se suma a una contracción acumulada de 35 por ciento en el período 2014–17. La crisis humanitaria también está agudizándose, con una escasez cada vez mayor de bienes de primera necesidad (como alimentos, artículos de higiene personal, medicamentos), un colapso del sistema de salud y elevados índices de delincuencia. Esto ha provocado un notable aumento de la emigración a los países vecinos.
Las perspectivas para América Central, Panamá y al República Dominicana (CAPRD) siguen siendo favorables y se prevé que en muchos países el crecimiento se mantenga por encima del potencial en 2018, gracias al ímpetu del crecimiento en Estados Unidos y el mundo.
En el caso de México, se proyecta que las perspectivas se beneficien del mayor crecimiento en Estados Unidos y de una demanda interna más vigorosa, una vez que se disipe la incertidumbre en torno al resultado de la renegociación del TLCAN, las posibles implicaciones de la reforma tributaria de Estados Unidos y la elección presidencial que se celebrará en México en julio. Se prevé que al crecimiento del producto se acelere de 2 por ciento en 2017 a 2,3 por ciento 2018, apoyado por las exportaciones netas y las remesas.
Las perspectivas para la región del Caribe están mejorando, y se proyecta que tanto en las economías que dependen del turismo como en los países exportadores de petróleo el crecimiento se sitúe en el rengo de 1–2 por ciento en 2018 y 2019.
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