Focalizar los programas durante la infancia es la mejor forma de mejorar la movilidad económica
Uno de los rasgos definitorios del sueño americano es la movilidad ascendente, la posibilidad de que todos los niños tengan la oportunidad de alcanzar el éxito económico, sea cual sea su origen. Por desgracia, la probabilidad de que los niños ganen más que sus padres viene disminuyendo en las últimas décadas. Mientras que 90% de las personas nacidas en 1940 logró ganar más que sus padres, solo la mitad de los adultos jóvenes de hoy lo consigue a la misma edad. Nuestro grupo de estudio se centra en entender qué políticas pueden ayudar a ampliar las oportunidades económicas, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
Hasta la fecha, la principal enseñanza que hemos podido extraer de nuestro trabajo es la importancia de focalizar las intervenciones de política durante la infancia. La infancia es clave por dos motivos. Primero, el entorno en el cual crece un niño afecta profundamente sus resultados en la edad adulta. Segundo, las políticas que amplían directamente la inversión en los niños —en especial, los de bajo ingreso— suelen ser la manera más rentable de reducir la desigualdad intergeneracional.
El punto de partida de nuestro análisis es el material de referencia del Atlas de Oportunidades (“The Opportunity Atlas”), un conjunto de datos interactivos que utiliza registros censales y tributarios para medir la movilidad ascendente en todos los barrios de Estados Unidos. Gracias al Atlas, se observa que, en algunos barrios, los niños de bajo ingreso tienen una elevada movilidad ascendente, mientras que en otros los niños de origen similar suelen quedar atrapados en la pobreza durante generaciones. Por ejemplo, el gráfico 1 muestra el amplio abanico de ingresos medios en la edad adulta de los niños de bajo ingreso criados en la ciudad de Nueva York. El gráfico 2 muestra que, al llegar a la edad adulta, los ingresos de los niños de bajo ingreso del barrio de Brownsville en Brooklyn dependen en gran medida del lado de la avenida Dumont en la que crecieron.
Para entender mejor cómo influyen los barrios en los resultados de los niños, estudiamos la trayectoria vital de más de 5 millones de niños que se mudaron con sus familias durante la infancia. La principal conclusión es que, en general, aquellos que se mudaron a barrios con mayor movilidad ascendente —con escuelas de mayor calidad, por ejemplo— obtuvieron mejores resultados en la vida adulta. Es decir, los barrios tienen efectos causales importantes en los resultados de los niños durante la adultez.
El gráfico 3 ilustra el incremento de ingreso estimado de niños hipotéticos que se trasladan de Van Dyke Houses, ubicadas al norte de la avenida Dumont de Brownsville, a Nehemiah Houses, una zona reconstruida justo al sur de Dumont. Pronosticamos que los niños que se mudan a los dos años de edad ganarán aproximadamente USD 25.000 al año en la adultez, mientras que si se hubiesen quedado en Van Dyke Houses ganarían, en promedio, USD 17.000 al año. Este incremento va disminuyendo conforme aumenta la edad de los niños en el momento de la mudanza. Cada año más que los niños pasan en un barrio con mayores oportunidades repercute positivamente en sus perspectivas de futuro.
Cabe señalar que la mejora del entorno influye en la adolescencia y etapas posteriores; mudarse a un mejor barrio a los 15, en vez de a los 20, sigue reportando beneficios. Sin embargo, a partir de los 23 años ya no se observan efectos en el ingreso atribuibles al traslado a un barrio con mayores oportunidades. El uso de datos experimentales sobre familias a las cuales se asigna aleatoriamente el traslado de un barrio con tasa de pobreza elevada a otro con tasa de pobreza reducida arroja resultados similares. En resumen: el barrio de la infancia influye en el resultado económico en la edad adulta.
El segundo aspecto clave del análisis es determinar qué clase de políticas logran mejorar en mayor medida las oportunidades económicas y el bienestar social. Con este objetivo, estudiamos 133 políticas aplicadas en los últimos 50 años. Las comparamos una por una con una métrica estandarizada, el valor marginal de los fondos públicos (VMFP). El VMFP de una política es la relación entre el beneficio que reporta a los receptores y su costo neto para el gobierno, incluidos los efectos de largo plazo en el presupuesto, como una reducción del gasto social o un incremento del ingreso tributario. Este parámetro nos permite comparar la efectividad de distintos tipos de políticas —por ejemplo, seguro social, impuestos, transferencias de efectivo, educación, capacitación laboral y transferencias en especie— para determinar cuáles de ellas tienen mayor incidencia en el bienestar social, por dólar de gasto público neto.
El gráfico 4 presenta el resultado principal. El conjunto de 133 políticas se divide en 12 categorías programáticas y, por cada una de ellas, representamos gráficamente el VMFP promedio frente a la edad promedio de los beneficiarios de las políticas. Los tres puntos del extremo superior izquierdo revelan que la inversión en niños es la que, históricamente, reporta los mayores VMPF. Entre estas políticas están la ampliación del seguro de salud para niños, la inversión en educación preescolar, primaria y secundaria (K–12), y las políticas destinadas a ampliar el número de estudiantes universitarios.
El patrón del gráfico 4 tiene una sorprendente similitud con el del gráfico 3. En ambos casos, observamos que mejorar las condiciones durante la infancia reporta grandes beneficios. Cada año de exposición a un barrio con mayor movilidad ascendente produce un aumento de la movilidad ascendente. De forma similar, la inversión pública focalizada en niños pequeños de preescolar no solo proporciona réditos importantes, sino que los programas diseñados para ayudar a niños mayores en el instituto y la universidad también reportan amplios beneficios para los contribuyentes.
En muchos casos, vemos que estas políticas terminan amortizándose solas, lo cual ahorra dinero a los contribuyentes en el largo plazo. A estas políticas, les asignamos un VMPF de infinito, como ilustran los tres promedios de categoría representados en la parte superior del gráfico 4. Por ejemplo, las políticas para ampliar la cobertura del seguro de salud de los niños reportaron en promedio USD 1,80 por cada USD 1,0 de gasto inicial. En términos históricos, muchas políticas de ampliación de las oportunidades económicas intergeneracionales también han resultado beneficiosas para los contribuyentes.
Además de analizar las políticas históricas, nuestro grupo de estudio pretende emplear la inteligencia de datos para confeccionar la nueva generación de políticas de mejoramiento de la movilidad económica. Nos empuja la fuerte variación geográfica de la movilidad que el Atlas de Oportunidades ha sacado a la luz. Las enormes diferencias en cuanto a resultados en función del lugar en el que crecen los niños plantean un interrogante: ¿por qué no se trasladan más familias con niños a los barrios con mayor movilidad ascendente? Sorprendentemente, concluimos que incluso las familias de bajo ingreso que reciben vales de elección de vivienda como subsidio para el costo de alquiler suelen concentrarse en barrios caracterizados por un nivel de movilidad ascendente reducido, lo cual indicaría que el efecto de estos vales en la reducción de la segregación residencial y la ampliación de las oportunidades económicas ha sido limitado.
Con el fin de determinar el porqué, creamos y probamos en 2018 un programa en el área metropolitana de Seattle, llamado “Creando traslados a lugares de oportunidad” (CMTO, por sus siglas en inglés), en colaboración con la Oficina de la Vivienda de Seattle y de King County. Para saber si existían barreras que impedían que los receptores de vales se mudaran a barrios con mayores oportunidades, proporcionamos a un grupo receptores de vales, seleccionado aleatoriamente, un conjunto de servicios que incluía ayuda para buscar vivienda, contactos con propietarios y asistencia financiera. Nada menos que 53% de las familias que recibieron asistencia se mudaron a barrios con mayores oportunidades, algo que solo hicieron 15% de las familias que no recibieron ayuda para buscar vivienda en barrios con una movilidad ascendente elevada.
Estos hallazgos revelan hasta qué punto las barreras (en vez de las preferencias) limitan la posibilidad de que las familias de bajo ingreso se aseguren una vivienda en barrios de mayores oportunidades. Si se reducen estas barreras, podrán brindarse mayores oportunidades a los hijos de familias de bajo ingreso. Según nuestros cálculos, los niños que se trasladan a un barrio de oportunidad elevada al momento de nacer, en el marco del programa CMTO, y se quedan allí hasta la edad adulta ganarán USD 200.000 más a lo largo de su vida que si hubieran seguido viviendo en un barrio de baja oportunidad.
Los resultados de este estudio son motivo de optimismo. Los datos podrían indicar que Estados Unidos no da la talla a la hora de ofrecer a los niños igualdad de acceso a las oportunidades. Sin embargo, también demostramos que la inversión que históricamente ha reportado beneficios considerables a los niños también rinde beneficios a la sociedad en general, con lo cual aumentarían los incentivos sociales para impulsar la movilidad ascendente para todos. Existe un enorme potencial para reactivar la movilidad intergeneracional —en Estados Unidos y otros lugares— a través de una agenda de políticas impulsada por los datos, que amplíe la inversión en los niños de bajo ingreso, así como sus oportunidades.
Las opiniones expresadas en los artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.
Referencia:
Chetty, Raj, y Nathaniel Hendren. 2022. “Replication Data for: The Impacts of Neighborhoods on Intergenerational Mobility: (I) Childhood Exposure Effects, and (II) County-Level Estimates”. Opportunity Insights, Harvard Dataverse, Cambridge, MA.